Contate un Cuento

SONIC - Momo (Huellas 68 - SET2012)


A Mariana no les gustaban las Play 3 ni las Play 2, ella era mucho más sencilla. En su infancia tuvo un Family Game y jugaba los 33 juegos del único cartucho que tenía. Después de tanto uso se rompió, entonces Mariana empezó a jugar en la computadora. Descargó el Sega y también la colección entera de los juegos de Sonic. 
Un día que su mamá estaba ausente, Mariana usó su computadora para jugar a Sonic 3 y apenas llegó al nivel 2, perdió. 
- Esto no es justo!- se quejó. 
De pronto, un cartel azul con letras verdes apareció en el medio de la pantalla.
¿Quieres continuar el juego? Pulsa “enter”
- ¡Por supuesto que si!- dijo Mariana pulsando el botón indicado. 
Cuando lo hizo, la cámara web se prendió, escaneo su cuerpo con una luz azul y luego de un “Beeep!”… Mariana desapareció. 
Cuando se dio cuenta estaba debajo del agua y unos peces con espinas se acercaban, Mariana quiso gritar pero no pudo: sólo salieron burbujas de su boca. 
Empezó a correr para salir del agua porque se le estaba acabando el aire. No sabía para donde iba pero, de pronto, cuando sus segundos estaban contados, atravesó una pared (rompiéndola) y quedó encerrada en una burbuja de agua obteniendo aire.
- Qué está pasando?!- Donde estoy!?
Cuando el aire llegó a sus pulmones miró a su alrededor más tranquila y se dio cuenta… estaba dentro del juego! Exactamente en el nivel dos de Sonic 3! 
- ¡Esto es imposible! Esa Cámara Web me debió haber transportado al mundo de Sonic! Y esta burbuja sirve para poder respirar bajo el agua…Tal como lo hace Sonic!
Mariana empezó a correr, en otros términos, empezó a “jugar” el videojuego. 
Cuando llegó para destruir al robot del villano Doctor Huevo para poder pasar de nivel, perdió al instante. Con pavor se dio cuenta que ya no le quedaban vidas, entonces una fuerza la sacó de la computadora y Mariana aterrizó de nuevo en su silla. 
Estaba confundida y asustada, no había resultado una buena experiencia entrar y salir de la computadora. 
Mariana escuchó que su madre abría la puerta principal y le decía:
-Mariana mira lo que te traje! 
Recibió a su mamá, vio la gran sorpresa y saltó del miedo!
- Te traje el nuevo videojuego de Sonic… y es con cámara web


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HISTORIA DE VIDA  - Angel (Huellas 67 - AGO2012)

Regresaba a mi casa, después de una larga jornada, repasando las actividades que había realizado, y pensando, en lo que habría de hacer al dia siguiente. Traspuse el portón de entrada, puse la traba, giré, e instintivamente extendí el brazo izquierdo y me tomé del alambre.
Seguramente alguien se verá tentado a corregir el término usado, por: "de un alambre", pero permítanme contarles algo, y después comprenderán, el porque de mi expresión.
En realidad, no me refería genéricamente a una cosa, sino que nombraba a un amigo, por su nombre de pila.
Ahí está él, con sus 30 metros de longitud, dividiendo en dos, el parque que rodea mi casa. De un lado la parte transitable, y del otro un desnivel bastante pronunciado, vedado para mi.
Su primera misión fue la de impedir que yo pudiese trasponer ese límite, por razones obvias.
Se colocó en ese lugar, hace dos años, cuando comencé a perder la visión, y emprendía el largo periplo de cirugías.
Pasaba días enteros dentro de la casa, acostado o sentado en el comedor, con la cabeza apoyada sobre la mesa, con una fijación que me atormentaba: la cada vez más remota posibilidad de recuperar la vista.
Ahogado por estar entre cuatro paredes, un día, sentí la imperiosa necesidad de respirar aire puro y descargar algo de nervios, que a esa altura de los acontecimientos, me superaban. Salté de la cama y salí como disparado hacia el parque, casi sin saber qué iba a hacer, ni hacia donde iba, pero, firme en su puesto, estaba el fiel centinela que detuvo bruscamente mi alocada marcha.
Me aferré a él y comencé a caminar presuroso, teniendo la sensación que mi cuerpo llevaba un rumbo y mi cabeza otro.
Cuando hube recorrido varias veces los 30 metros, mi andar cambió sorpresivamente, como si algo lo frenara, hasta tener un ritmo normal.
Creo, que fue la primera vez, que tomé conciencia, de que alguien me controlaba.
De allí en más fuimos forjando una relación que con el tiempo tomó una dimensión, que cualquiera calificaría de insana.
Lo cierto es que en aquel momento, no hubiera sabido qué hacer sin su presencia y compañía.
Todos los días, desde temprano, comenzábamos a caminar, recorriendo los más variados paisajes, sin importarnos mucho las temperaturas ni las condiciones meteorológicas. De ese modo, cruzamos hermosas praderas bajo el tórrido sol de verano, bordeamos ríos y arroyos con sus orillas escarchadas en invierno, o acariciábamos las tersas y perfumadas flores de los jardines en primavera.
Con el correr de los meses, nuestra amistad, se profundizó de tal manera que los paseos rutinarios, se tornaron en una necesidad de cada día. Así, de ese modo, se fue convirtiendo en el confesor, a quién le hacía saber de mi enojo y falta de fe; de las malas ideas y negros pensamientos que rondaban por mi mente. También en el confidente al que le contaba del dolor de la pérdida irreparable, llorando a veces, desconsolado y sin esperanzas.
Hacía ya un tiempo que compartíamos largas caminatas, durante las cuales yo descargaba rabia e impotencia y él, escuchaba en profundo y respetuoso silencio.
Precisamente su comprensión y su piadosa mudez, hicieron posible que sacudiera mi espíritu y dejara caer el velo que me cubría los ojos del alma, y de ese modo pude ver nuevamente al Dios Padre a mi lado, que apoyándome su mano en el hombro, dijo: estuve sobre ti, esperando que me invocaras, pero dejé que descargaras tu rabia, antes de hacerte una propuesta; cambiar tus angustias, dolores y penas, por paz, alegría de vivir y fe ¿Qué te parece?
De ahí en más mi vida dió un giro total, empezando por limpiar el presente y apuntarle todo a un futuro promisorio.
Pocos días después, conocí un ser lleno de generosidad, que me enseñó a dar los primeros pasos solo, ayudándome con algo que hoy se ha convertido en otro amigo inseparable: el bastón blanco.
Esto me permitió manejarme sin guía en la calle, ganando confianza y libertad.
Buscando rehabilitación, conocí seres maravillosos, que me dieron amor, contención, comprensión y su vasta experiencia personal para poder alcanzar tan dificil meta.
Por tal motivo, todos los días salgo a realizar una serie de actividades que me ocupan el tiempo y la mente
Cuando me voy de casa, mi guardián me acompaña unos quince metros. Hasta la misma salida y con un apretón de manos , le digo "hasta luego”.
Sé que debe extrañar nuestras caminatas, pero también sé que es feliz por mis progresos de los que él es una parte importante.
Al finalizar la jornada y ya de regreso, traspongo el portón, pongo la traba, giro, extiendo el brazo izquierdo e instintivamente me tomo del alambre y recorremos juntos un corto trayecto.
Allí me despido, acariciándolo con las yemas de los dedos, al tiempo que le digo "!todo bien querido amigo!, hasta mañana. GRACIAS POR ESTAR!!!!


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 FUMIGACION y OTRO  - Julieta Barrantes (Huellas 67 - AGO2012)

FUMIGACIÓN
Muéranse las ratas
muéranse todas en cada prueba laboratoria.
Porque si aguantan
tendremos que aguantar
los químicos de los ingenieros químicos
los tóxicos de los agrotóxicos.

La culpa es del Senasa
que aprueba los venenos
según los parámetros de la OMS

y la OMS según investigaciones sobre ratas.
¡Muéranse! por piedad
Muéranse por nosotros.
Es valioso su número de muertes
más que de sobrevida.
No aguante, si no
nosotros deberemos aguantar,
nuestros niños, los bebés,
los bebés no nacidos deberán aguantar.

No seremos felices, aguantaremos
No seremos eruditos, aguantaremos
No daremos flor, aguantaremos
con cáncer, enfermos, mocosos,
deformes, quemados como las plantas,
muriendo como las ratas.


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Encontrando
nuestra razón en el corazón
vamos tejiendo un mundo
nuevo de amor.
Con la sabiduría
de nuestro cuerpo
- igualito al de Dios-
alumbrador



Julieta además de ser y trabajar como instructora de yoga, produce y actúa unipersonales de poesía tanto para niños como jóvenes y adultos dándole voz a su personaje "Ela Canto". Narra clásicos de la poesía y obras propias en forma de susurros enviados por un palo de lluvia multicolor o recitados en obras de teatro poético.
El 3 de marzo pasado, como regalo-homenaje a los 2 años de la Curva (radio comunitaria de Salsipuedes) en el cierre de la radio abierta de ese día en la plaza Belgrano, Julieta Barrantes presentó junto al músico Nehemías Figueroa (teclados) y el artista plástico Marcos Sánchez (murales efímeros de tiza en pizarra) el cd y puesta en escena "PARA LOS ARBOLES DEL MONTE", una obra de música, imagen y poesía que actuaron en la plaza sobre ruta E53 de Salsipuedes.
Trialogando en tri-arte mientras Julieta recitaba, denunciaba contaminaciones y honraba a nuestros árboles, Nehemías sonorizaba desde el teclado y Marcos creaba y recreaba dibujos, diseños, situaciones en tiza para luego "borrarlos" y continuar dibujando, timoneado por la música y los poemas.
Para contactarse con ellos 0351 1567611330 o 0351 153870534
)


 
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UN DIA EN SOLEDAD  - Camila Orquera (Huellas 66 - JUL2012)



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LA COMPRA DE HOY  - Momo (Huellas 64 - MAY2012)


Salí con mi bicicleta hacia el almacén que quedaba a cuatro cuadras de distancia de mi casa. Mi mamá me envió a comprar una lata de tomate, otra de arvejas, tres manzanas para mi hermano y un jugo en sobrecito. Estaba a punto de abrir la tranquera de mi casa cuando un enorme dragón rojo lanzó sobre mí una gran llama ardiente de fuego: la esquivé de pura suerte y pedaleé en mi bicicleta con todas mis fuerzas hacia la subida de la primer cuadra mientras pensaba: “Me está siguiendo, me está siguiendo!”… tenía toda la razón, el dragón volaba sobre mi cabeza. Quise gritar pero no lo hice y seguí pedaleando sin parar. Cuando vi que el dragón lanzó otras de sus llamas, clavé los frenos de la bici y el fuego explotó frente a mí. Hice un rodeo hasta llegar al asfalto. El dragón seguía tras de mí cuando, por fin, pude ver a poca distancia la base salvadora: el almacén!
Llegué y estacioné mi bici a la entrada. Abrí y cerré la puerta espiando por un minuto, para ver si el dragón seguía allí… por suerte se había ido o, al menos, eso parecía. La señora del almacén me pregunto:
- Qué vas a llevar hoy Mariana?
- Hola!  Dame una lata de tomates, una de arvejas, tres manzanas y un jugo.
- De qué sabor el jugo?
- Manzana.
Cuando salí, monté en mi bicicleta y sentí un bufido casi en mi cuello. “El Dragón!”, me dije. La vuelta no fue tan dura, pero cuando abrí la puerta de mi casa mi mamá me recibió diciendo:
- Me olvidé de encargarte un paquete de arroz!
     

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